Lucrecia nació en Roma en 1480. Su padre era el cardenal Rodrigo Borgia, quién después sería el Papa Alejandro VI, y su madre Vanozza Catanei, una de sus tantas amantes. Por lo que era hija ilegítima, aunque su padre la reconoció dándole sus apellidos y la utilizó en todas sus intrigas.
La casaron y "descasaron" a su antojo, dependiendo de los intereses del Papa en esos momentos. Hicieron y "deshicieron" su vida. Sea como fuere, Lucrecia, en su juventud, casada o viuda, tuvo varios romances ilícitos o mal vistos que, por ser hija de quien era, la convirtieron en el punto de mira de los enemigos de Alejandro VI.
Según los documentos e investigación aportados por Giusepe Campori que publicó en 1866 "Una víctima de la historia: Lucrecia Borgia", la joven jamás fue infiel a sus esposos y jamás utilizó el veneno que se decía. Para contribuir a la limpieza del nombre de esta joven noble prematuramente muerta, el historiador inglés William Thomas Walsh, la describió como una de las mujeres más virtuosas y dignas de alabanza.
Lucrecia era una mujer culta que asistía al teatro, leía, hablaba cuatro idiomas (italiano, latín, griego y español), era elegante y dedicaba muchas horas personalmente a la caridad. Pasó sus últimos años retirándose por largas temporadas al convento de San Bernardino, y finalmente falleció por complicaciones de su último parto. ¿Eso la hace malvada?.
Sus contemporáneos no vieron en Lucrecia Borgia sino una princesa utilizada por su padre y por su hermano César para componendas políticas, pero bella, generosa y culta, amante del arte, capaz de alternar con los genios de la época, y siempre caritativa.
Os recomiendo interesaros más por este personaje, y hacer una pequeña reflexión sobre lo que para cada momento histórico es digno de pecado o traición.
 


1 comentarios:
La historia no deja de ser un compendio de datos objetivos que tejen una red enmarañada de situaciones. Juzgar la maldad o bondad de éstas es juicio de cada uno, pero siempre teniendo en cuenta cuál es la fuente documental de la que hemos bebido.
La impronta de los novelistas acentúan el carácter que, supuestamente, los historiadores e investigadores esterilizan.
Una de las cosas que me encantan de tí es tu capacidad de análisis y sed de investigación. Sé de muy buena tinta que no te conformas con lo primero que escuchas o lees.
Un besito mi niña.
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